La idea de Protágoras de que el hombre o mujer es la <medida de todas las cosas> se representó tradicionalmente a partir de la figura de Atlante, que soporta sobre sus hombros todo el Universo. Los sofistas, desplazando por primera vez la investigación desde el mundo natural hasta el hombre, imprimieron un cambio radical y decisivo al naciente pensamiento filosófico y contribuyeron al nacimiento del humanismo socrático.
La polémica derivada de la profesionalidad de la filosofía inaugurada por los sofistas (que enseñaban sólo a cambio de dinero) queda testimoniada por las numerosas caricaturas en las pinturas de las cerámicas. Los <sabios> aparecen con el cráneo desmesuradamente grande a cada lado, casi a punto de explotar a causa de la cantidad y de la profundidad de los pensamientos que alberga.
El deseo de asombrar al auditorio con tesis excéntricas, propio de los sofistas, impulsó a Gorgias a escribir el Encomio a Elena, un breve ensayo en que sostenía la no culpabilidad de la mujer que, con su adulterio, había provocado la guerra de Troya. Su argumento es típicamente sofista: Paris convenció a Elena usando la retórica para que traicionase a su marido Menelao (la ilustración reproducida a partir de una cerámica recoge la escena en que el joven príncipe troyano lleva consigo a la mujer); de hecho, las palabras tienen el poder de arrastrar a quien las escucha, fascinándole hasta hacerle perder el control de sí mismo. El arte de la palabra comparte con la magia (-->) la capacidad de seducir y manipular las mentes, privándolas de la voluntad.
TOMADO DE ATLAS UNIVERSAL DE FILOSOFÍA - OCEANO